El asesinato de la joven estudiante de enfermería, Laken Riley, ha llegado a un doloroso final este miércoles con la decisión de la justicia estadounidense de condenar a cadena perpetua al venezolano José Antonio Ibarra, culpable del abuso sexual y homicidio de la joven norteamericana.
Con tan solo 26 años, José enfrentará el resto de su vida entre rejas después de ser hallado culpable de los 10 cargos en su contra, que incluían homicidio doloso, asesinato con malicia, secuestro con lesiones corporales, agresión agravada con intención de violación y acoso.
La madre de la víctima, Allyson Phillips, instó al juez a imponer una sentencia severa contra Ibarra, expresando el profundo dolor y sufrimiento que ha marcado a su familia desde aquel fatídico día en el que Laken fue brutalmente atacada y perdió la vida luchando por su dignidad.
En el juicio, tanto la madre como la hermana de Laken, Lauren Phillips, no escatimaron en describir a Ibarra como un «cobarde enfermo» y un «monstruo», respectivamente.
La voz de la familia resonó con fuerza en la sala, clamando por justicia para la joven cuyo destino fue truncado de manera trágica.
El caso se remonta al 22 de febrero, cuando Laken Riley desapareció tras ir a correr cerca de su campus universitario en Georgia.
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El descubrimiento de su cuerpo horas después en un área boscosa encendió las alarmas y desató una intensa investigación que culminó con la captura y posterior condena de Ibarra.
Las pruebas presentadas durante el juicio revelaron el cruel ataque perpetrado por Ibarra contra la joven mientras corría, desencadenando una lucha por su vida que dejó rastros cruciales de ADN y evidencias que lo incriminaron en el crimen.
El veredicto, que deja a Ibarra tras las rejas de por vida, cierra un capítulo doloroso en la historia de Laken Riley, recordándonos la fragilidad de la seguridad personal y la importancia de la justicia en casos tan impactantes como este.