Los servicios de emergencia en Australia emitieron el sábado 21 de diciembre de 2024 una orden de evacuación para cientos de personas debido a incendios forestales que arden sin control cerca del Parque Nacional Grampians, ubicado a unos 240 kilómetros al oeste de Melbourne.
Este grave incidente ha llevado a las autoridades a instar a los residentes de áreas vulnerables a abandonar sus hogares de inmediato, ante el riesgo inminente que representan las llamas.
Las autoridades del estado de Victoria, cuya capital es Melbourne, han alertado a aproximadamente 2.500 personas en comunidades afectadas como Halls Gap, que cuenta con unos 490 habitantes, y Fyans Creek, con solo 47 residentes. “Salir de inmediato es la opción más segura, antes de que las condiciones se vuelvan demasiado peligrosas. Es posible que los servicios de emergencia no puedan ayudarlo si decide quedarse”, advirtieron en sus comunicados oficiales.
Los incendios, que se iniciaron el martes tras la caída de un rayo, han aumentado considerablemente en las últimas 24 horas. Según informes oficiales, las llamas ya han consumido más de 28.000 hectáreas de terreno.
Unos 400 bomberos están actualmente en la línea del frente combatiendo las llamas, apoyados por más de 100 camiones cisterna y 25 aviones que realizan labores de extinción desde el aire. Las condiciones climáticas adversas, que incluyen altas temperaturas y fuertes vientos, complican aún más la tarea de los equipos de emergencia.
El comandante del Cuerpo de Bomberos del Estado (CFA), Alan Slijepcevic, informó que el área afectada por los incendios ha crecido drásticamente desde la mañana del viernes, cuando se estimaba que abarcaba alrededor de 7.500 hectáreas. “Estamos haciendo todo lo posible para contener el fuego y proteger a las comunidades”, declaró Slijepcevic en una conferencia de prensa.
La actual ola de incendios ha traído recuerdos dolorosos para los residentes de Victoria, quienes vivieron la devastadora temporada conocida como el «Verano Negro» entre 2019 y 2020. En aquel entonces, los incendios forestales causaron la muerte de 33 personas y destruyeron aproximadamente 3.000 viviendas, arrasando un total de 180.000 kilómetros cuadrados.
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La combinación de calor extremo, sequedad y fuertes vientos ha sido un factor recurrente en la historia reciente de incendios en Australia. Las autoridades han enfatizado que la temporada de incendios puede variar según la región y las condiciones meteorológicas, pero generalmente se intensifica durante el verano austral, que abarca desde diciembre hasta marzo.
Las altas temperaturas han alcanzado casi los 40 grados Celsius, lo que ha contribuido al aumento del riesgo de incendios forestales. Además, tormentas severas han causado daños a la infraestructura eléctrica y han dejado sin suministro eléctrico a miles de hogares en la región.