Decenas de miles de españoles se manifestaron el sábado en el centro de Barcelona para protestar contra el elevado costo de los alquileres, que se ha convertido en una de las principales preocupaciones sociales del país.
La marcha, convocada por el Sindicato de Inquilinas y respaldada por más de 4,000 organizaciones, reunió a manifestantes que cortaron el tráfico en las principales avenidas, portando carteles con lemas como “Menos pisos para invertir, más hogares para vivir” y “El pueblo sin techo reclama sus derechos”.
Los organizadores estimaron que más de 100,000 personas participaron en la protesta, mientras que la policía local calculó la asistencia en aproximadamente 22,000. Independientemente de las cifras, la multitud que inundó las calles de Barcelona evocó las masivas manifestaciones a favor de la independencia catalana que tuvieron lugar en años anteriores. Sin embargo, esta vez las preocupaciones sociales sobre la vivienda han tomado el protagonismo.
Aumento de los alquileres en Barcelona
La crisis de vivienda asequible ha alcanzado niveles alarmantes en España, donde el alquiler promedio se ha duplicado en la última década. Según datos del sitio web Idealista, el precio por metro cuadrado ha aumentado de 7.2 euros (7.5 dólares) en 2014 a 13 euros (13.54 dólares) este año.
Este incremento es aún más pronunciado en ciudades como Barcelona y Madrid, donde los ingresos no han crecido al mismo ritmo, dejando a muchos jóvenes y familias luchando por encontrar un hogar asequible.
Samuel Saintot, un manifestante que ha vivido en su apartamento del centro de Barcelona durante 15 años, expresó su frustración al ser notificado por sus propietarios que debe desalojar. “Incluso buscando en un radio de 20 o 30 kilómetros fuera de la ciudad, no puedo encontrar nada dentro del rango de precios que puedo pagar”, comentó Saintot. “Y me considero una persona muy afortunada porque tengo un salario decente. Aun así, podría verme obligado a dejar la ciudad”.
Un informe del Banco de España revela que casi el 40% de los inquilinos destina un promedio del 40% de sus ingresos al pago del alquiler y servicios públicos, cifra significativamente superior al promedio del 27% en la Unión Europea. Ignasi Martí, profesor en la escuela de negocios Esade y director del Observatorio de la Vivienda Digna, calificó la situación como una «emergencia habitacional», señalando que muchas personas enfrentan serias dificultades para acceder y permanecer en sus viviendas.
El aumento desmedido de los alquileres en Barcelona también se atribuye a la proliferación de arrendamientos a corto plazo para turistas. Esto ha exacerbado la situación para muchos migrantes y trabajadores temporales que no cuentan con suficientes ahorros para afrontar los altos precios.
En este contexto, España se encuentra entre los países con menor proporción de viviendas públicas disponibles para alquiler dentro de la OCDE; menos del 2% frente al promedio del 7%. Carme Arcarazo, portavoz del Sindicato de Inquilinas que organizó la protesta, instó a los inquilinos a considerar una “huelga de alquileres” como forma de resistencia contra los aumentos abusivos. “Debemos tomar las riendas de la situación”, afirmó Arcarazo. “Si ellos (los propietarios) no bajan el alquiler, los obligaremos a hacerlo”.
La manifestación en Barcelona se produjo un mes después de que miles protestaran contra los altos precios del alquiler en Madrid. El creciente descontento social está presionando al gobernante Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que lidera una coalición tanto a nivel nacional como regional en Cataluña.
El presidente Pedro Sánchez había convocado recientemente una “cumbre de vivienda” con funcionarios gubernamentales y desarrolladores inmobiliarios para abordar esta crisis; sin embargo, el Sindicato boicoteó el evento al considerarlo insuficiente y simbólico.
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Entre las demandas planteadas durante la protesta destacan una reducción del 50% en los precios del alquiler, contratos indefinidos para evitar la inseguridad residencial y recuperar viviendas vacías para uso residencial. Los manifestantes también exigieron prohibir la compra especulativa que contribuye al encarecimiento del mercado inmobiliario.
La movilización culminó con discursos en la Casa Orsola, un edificio emblemático en la lucha por la vivienda digna. Los participantes corearon consignas como “No se entiende: gente sin casas y casas sin gente”, reflejando su frustración ante una crisis habitacional que afecta a miles.