Las Fiestas Patrias en Chile, celebradas del 18 al 22 de septiembre, se vieron ensombrecidas por un alarmante aumento de la violencia y los accidentes de tráfico. Según informes oficiales, 61 personas perdieron la vida en siniestros viales, un incremento del 64% en comparación con 2019, mientras que 37 personas fueron asesinadas en episodios relacionados con el crimen organizado. Este año, la cifra de homicidios superó en seis casos la de hace cinco años, lo que ha generado una creciente preocupación entre las autoridades y la ciudadanía.
El subsecretario de Prevención del Delito de Chile, Eduardo Vergara, destacó que la mayoría de los homicidios ocurrieron en la capital y estuvieron marcados por el uso de armas de fuego, vinculados a actividades criminales y narcotráfico. «Tenemos una deuda pendiente con reducir la cantidad de armas que circulan en nuestras calles», reconoció Vergara. Por su parte, Juan Muñoz, jefe de Carabineros en Santiago Oeste, indicó que muchos crímenes están relacionados con ajustes de cuentas entre organizaciones criminales.
La ministra del Interior, Carolina Tohá, generó controversia al calificar como «habitual» el número de muertes por violencia criminal, lo que provocó críticas desde la oposición. Aclaró posteriormente que cada homicidio es «irreparable e inadmisible», enfatizando la necesidad de capturar a los responsables.
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Chile enfrenta una crisis de seguridad exacerbada por la llegada del crimen organizado transnacional. La tasa de homicidios ha aumentado de 4,5 por cada 100.000 habitantes en 2018 a 6,3 en 2023. A pesar de ello, el país sigue siendo uno de los más seguros de Latinoamérica. Sin embargo, la percepción de inseguridad crece entre los ciudadanos, quienes priorizan el crimen como su mayor preocupación.