Italia y las instituciones europeas se han visto sacudidas por la noticia del suicidio del general Claudio Graziano, una de las figuras militares más destacadas e influyentes del país.
A sus 70 años, el militar turinés, que alcanzó los niveles más altos de la carrera castrense y fue presidente del importante grupo naval Fincantieri, decidió quitarse la vida, sumido en una profunda depresión tras la muerte de su esposa Marisa el año pasado.
El cuerpo sin vida del general fue encontrado en el dormitorio de su domicilio en Roma por uno de sus escoltas policiales. Junto a él, una pistola y una desgarradora nota en la que expresaba su desolación tras la partida de su amada esposa: «Después de la muerte de Marisa he perdido el camino», escribió Graziano, incapaz de superar esa separación.
A lo largo de su carrera, Graziano se definía a sí mismo como «un servidor del Estado». Fue jefe del Estado Mayor del Ejército y de todas las fuerzas armadas italianas, además de presidir el Comité Militar de la Unión Europea.
Participó en misiones internacionales complejas en Mozambique, Afganistán y Líbano, combinando tareas de defensa con iniciativas humanitarias y de reconstrucción
Lamentos y condolencias
La noticia de su trágica muerte ha provocado una oleada de condolencias y mensajes de pésame desde el mundo político y empresarial. Desde el presidente Mattarella hasta la primera ministra Meloni, pasando por Josep Borrell, todos han lamentado la pérdida de este «honesto servidor del Estado» que honró a su nación con dedicación y profesionalismo.
Un visionario de la defensa europea
Como presidente del Comité Militar de Bruselas, Graziano abogó firmemente por la creación de un ejército europeo, impulsando el primer embrión de Defensa europea con 5.000 soldados. Más tarde, al frente de Fincantieri, buscó dar un nuevo impulso al gigante naval.
El general Claudio Graziano desempeñó un papel clave en la creación del primer embrión de Defensa europea. Como presidente del Comité Militar de la Unión Europea, Graziano abogó firmemente por acelerar la creación de un ejército europeo.
En poco tiempo, logró poner en marcha el primer y único embrión de Defensa europea, con cinco mil soldados. Impulsó la idea de que la UE debía ser un actor relevante en este ámbito para afrontar amenazas y misiones de mayor envergadura.
Nuevas partidas presupuestarias se abrieron para misiones de paz y se reorganizó la estructura militar de la UE para adaptarse a los nuevos desafíos de seguridad internacional, sentando las bases para una mayor integración de capacidades.
Se dieron los primeros pasos hacia una política industrial de defensa común en la UE, con el objetivo de fomentar la cooperación entre empresas del sector y reducir la fragmentación y duplicidades entre los Estados miembros.
Su experiencia internacional y liderazgo fueron fundamentales para impulsar esta iniciativa pionera de integración militar en Europa.
Bajo el liderazgo de Graziano se impulsaron iniciativas pioneras que permitieron avanzar, aunque de forma limitada, en la construcción de una defensa europea más integrada y con mayores capacidades operativas conjuntas.
Además, durante su mandato se intensificó la coordinación entre la UE y la OTAN para hacer frente a amenazas compartidas como el terrorismo, las ciberamenazas y los desafíos de seguridad en el espacio.
Se buscó evitar duplicidades y fomentar sinergias en áreas como la movilidad militar, la resiliencia y la lucha contra la desinformación.
En 2023, se firmó la más reciente Declaración Conjunta UE-OTAN, en la que condenaron la agresión rusa contra Ucrania y acordaron ampliar e intensificar su cooperación en ámbitos como la competencia geoestratégica, resiliencia, tecnologías emergentes, espacio, cambio climático y desinformación.
Graziano impulsó decididamente una mayor integración de las capacidades defensivas europeas y una cooperación más estrecha con la OTAN, consolidando los cimientos de la asociación estratégica entre ambas organizaciones para abordar los retos de seguridad actuales y futuros.