La situación humanitaria en Gaza se ha deteriorado drásticamente, según un informe reciente de la ONU. El Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) ha anunciado que no ha podido introducir comida en la franja desde el 1 de octubre, lo que deja a millones de personas al borde de la inanición. Durante una rueda de prensa el 11 de octubre, Farhan Haq, portavoz adjunto del Secretario General António Guterres, explicó que las líneas vitales de ayuda al norte de Gaza han sido cortadas, lo que ha llevado a una crisis alimentaria sin precedentes.
El WFP distribuyó sus últimas reservas de alimentos en el norte a socios y cocinas que albergan a familias desplazadas. Sin embargo, estas reservas solo alcanzan para dos semanas. Haq advirtió que muchas cocinas y panaderías en el norte se han visto obligadas a cerrar, y otras están en riesgo si el conflicto continúa. La situación es igualmente crítica en el sur, donde las panaderías luchan por conseguir harina de trigo, un alimento básico en la dieta palestina.
La escasez de alimentos se agrava por la falta de combustible y los daños sufridos por las panaderías. La ayuda humanitaria ha alcanzado su nivel más bajo en meses, y Haq subrayó que si no se reanuda el flujo de asistencia, un millón de personas se verán privadas de alimentos esenciales. Las organizaciones humanitarias están haciendo lo posible para responder a esta crisis, pero las condiciones son extremadamente difíciles.
Además del hambre aguda, la violencia también ha marcado la jornada. Haq mencionó un ataque israelí contra el cuartel general de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano (Finul), donde dos cascos azules resultaron heridos. Este incidente resalta la precariedad de la situación y la necesidad urgente de garantizar la seguridad del personal humanitario.
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El WFP ha enfatizado que sin un flujo constante de ayuda, la situación se volverá insostenible. En Gaza, aproximadamente el 96% de la población enfrenta inseguridad alimentaria aguda, y muchos dependen completamente de la asistencia para sobrevivir. La falta de acceso a alimentos y agua potable está llevando a un aumento en los casos de enfermedades infecciosas entre los niños.
Con el invierno acercándose y tras más de un año de conflicto, las condiciones para los gazatíes son cada vez más desesperadas. Las familias se ven obligadas a vender sus pertenencias o buscar comida entre los escombros. La ONU ha hecho un llamado urgente para reanudar las operaciones humanitarias y garantizar un acceso seguro a los necesitados.
El WFP también está preocupado por la situación en Cisjordania, donde el aumento de la violencia y las restricciones han contribuido a agravar la inseguridad alimentaria. La organización estima que hasta 600,000 personas podrían verse afectadas por esta crisis.