En un giro inesperado y contundente, el gobierno nicaragüense ha tildado al Vaticano de «depravado» y «pedófilo», en respuesta a una reciente entrevista del obispo Rolando Álvarez con el noticiero católico EWTN Noticias. Esta declaración se produce en un contexto de creciente tensión entre el régimen de Daniel Ortega y la Iglesia católica, que ha sido objeto de críticas por parte del gobierno sandinista.
La Cancillería de Nicaragua emitió un comunicado en el que condena las declaraciones de monseñor Álvarez, quien fue desnacionalizado por el gobierno tras ser condenado a 26 años y 4 meses de prisión por supuesta traición a la patria. En la entrevista, Álvarez compartió su experiencia tras su liberación y llegada a Roma, lo que provocó la ira del gobierno nicaragüense. «Nos pronunciamos sobre declaraciones que, a nombre del Estado Vaticano, se realizan desde páginas y plataformas que les son propias, declaraciones que constituyen un agravio y un insulto a la soberanía y dignidad del Estado nicaragüense», señala el comunicado oficial.
Pronunciamiento de nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores, ante Declaraciones que se realizan a nombre del Estado Vaticano desde sus Páginas y Plataformas. #Nicaragua #vaticano https://t.co/394E7Z6pRL
— El 19 Digital (@el19digital) February 9, 2025
Gobierno de Nicaragua arremete contra el Vaticano
El gobierno acusa al Vaticano de intentar interferir en asuntos internos de Nicaragua, alegando que las afirmaciones de Álvarez son «irresponsables e irrespetuosas» y violentan las leyes que rigen la vida independiente del país. Además, se cuestiona la autoridad del Vaticano para nombrar personas en Nicaragua, argumentando que aquellos que han abandonado su nacionalidad han perdido el derecho a ejercer influencia política.
Monseñor Rolando Álvarez ha sido una figura polémica en Nicaragua. Como obispo de Matagalpa y administrador apostólico de Estelí, ha sido un crítico abierto del gobierno de Ortega. Su condena y posterior liberación a Roma han sido interpretadas como un intento del régimen de silenciar voces disidentes dentro de la Iglesia. En su entrevista, Álvarez expresó su deseo de seguir siendo el obispo de Matagalpa, lo que ha sido visto como una provocación por parte del gobierno nicaragüense.
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La Cancillería continuó su ataque señalando que el Vaticano está promoviendo «personas apátridas, destructivas, ambiciosas e irredentas», y rechazó cualquier intento de imponer autoridades no reconocidas por el pueblo nicaragüense. Estas palabras reflejan una clara intención del gobierno de deslegitimar a aquellos que critican su gestión y sus políticas.
Las relaciones entre Nicaragua y el Vaticano han estado marcadas por la desconfianza y la animosidad en los últimos años. Desde 2018, el régimen sandinista ha expulsado a numerosos sacerdotes y obispos, y ha disuelto organizaciones religiosas como la Compañía de Jesús. Por su parte, el Papa Francisco ha denunciado públicamente lo que considera un «desequilibrio» en el liderazgo de Ortega, describiendo su régimen como una «dictadura grosera».
El comunicado del gobierno nicaragüense también incluye acusaciones históricas contra el Vaticano, describiéndolo como un ente «abominable» y «perverso» que ha cometido atrocidades a lo largo de la historia. Esta retórica no solo busca deslegitimar al Vaticano ante sus ciudadanos, sino también apelar a un sentimiento nacionalista que resuena con muchos nicaragüenses.

La escalada de tensiones entre Nicaragua y el Vaticano plantea preguntas sobre el futuro de las relaciones entre ambos. Con un gobierno decidido a mantener su narrativa y una Iglesia católica que ha sido un bastión de oposición, es probable que este conflicto continúe profundizándose.