En Estados Unidos, la eutanasia es un tema delicado que genera controversia y debate, pero en California, la «opción de fin de vida» o «end of life option act» es una realidad desde junio de 2016.
Esta ley permite a las personas con enfermedades terminales poner fin a su sufrimiento a través de una serie de medicamentos que les otorgan la posibilidad de morir de forma digna y controlada.
Para acceder a esta opción, los pacientes deben cumplir una serie de requisitos estrictos. Deben ser residentes de California, tener al menos 18 años, estar diagnosticados con una enfermedad terminal que les otorgue seis meses o menos de vida, estar en pleno uso de sus facultades mentales y tener la capacidad física para ingerir el medicamento por sí mismos.
Es importante destacar que la administración del fármaco es responsabilidad exclusiva del paciente, no de un profesional de la salud. El efecto de los medicamentos lleva a la persona a un estado de sueño profundo hasta que su corazón deja de latir y fallecen.
Los médicos no están obligados a participar en este proceso, debido a que la ley garantiza tanto a los pacientes como a los profesionales de la salud la libertad de decisión. Aquellos médicos que decidan colaborar no enfrentan responsabilidad legal ni sanciones profesionales, siempre y cuando sigan al pie de la letra los procedimientos establecidos por la ley.
Según datos del Departamento de Salud Pública de California, desde la implementación de esta ley hasta finales de 2022, más de 5.000 personas solicitaron acceder a la opción de fin de vida. De ellas, aproximadamente el 64% falleció tras haber ingerido los medicamentos prescritos. La mayoría de los casos correspondieron a personas blancas y en su mayoría estaban internadas en un hospicio al momento de tomar la decisión.
La eutanasia es un tema sensible y polémico en muchos lugares, pero en California, esta ley brinda a las personas con enfermedades terminales la posibilidad de tener un final digno y sin sufrimiento.