La Defensa Civil de Brasil informó que casi 70.000 personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares y más de un millón de viviendas están sin suministro de agua en Rio Grande do Sul, estado azotado por una grave catástrofe climática.
Las inundaciones afectan a medio millón de habitantes en la región sureña, desencadenando una situación de emergencia en la que las autoridades trabajan arduamente para rescatar a aquellos en riesgo.

El Gobierno de Rio Grande do Sul advirtió que las inundaciones, que cobraron la vida de 58 personas hasta el momento, persistirán durante varios días a pesar de las previsiones de lluvias más leves durante el fin de semana. El río Guaíba, cuyo desbordamiento inundó Porto Alegre, se espera que mantenga niveles alarmantemente altos en los próximos días, a pesar de un ritmo de crecida menos acelerado.
Las consecuencias de esta catástrofe ya se están haciendo sentir en la vida cotidiana de los habitantes de Porto Alegre, ya que cuatro de las seis estaciones de tratamiento de agua de la ciudad no estaban operativas el sábado al mediodía. La Alcaldía ha recomendado a la población racionar el agua en vista de esta situación.
El aeropuerto internacional de Porto Alegre tuvo que ser cerrado indefinidamente tras la inundación de las pistas, mientras el gobernador Eduardo Leite advierte que la neblina generada por la humedad podría dificultar las operaciones de rescate. A pesar de la disminución de las lluvias, se espera que el nivel de los ríos se mantenga alto en la región durante varios días más.
Además de las 58 muertes confirmadas, 67 personas continúan desaparecidas y decenas de miles deben trasladarse a refugios públicos o casas de familiares. Hasta el momento, más de 8.000 personas han sido rescatadas, algunas de ellas en operativos de evacuación desde los techos de sus viviendas.
La situación en Rio Grande do Sul requiere de una respuesta urgente y coordinada para asistir a la población afectada y hacer frente a los desafíos que esta crisis climática ha dejado a su paso.