Una tragedia ha conmocionado a la comunidad de Turumo, parroquia Caucagüita, en el municipio Sucre del estado Miranda, tras el fallecimiento de una estudiante de 12 años que ingirió Clonazepam como parte de un reto acordado con sus compañeras de colegio. Según informaron fuentes policiales a Últimas Noticias, la menor fue trasladada de emergencia al hospital Ana Francisca Pérez de León, en Petare, donde lamentablemente perdió la vida.
De acuerdo con las primeras investigaciones, el desafío consistía en que los participantes debían tomar pastillas y mantenerse despiertos, siendo descalificado quien se quedara dormido primero. Esta dinámica fue relatada por la adolescente antes de su trágico desenlace. La noticia ha encendido alarmas sobre el impacto de los retos virales en las redes sociales, que en ocasiones promueven conductas peligrosas entre los jóvenes.
El uso de sustancias como el Clonazepam, un medicamento utilizado para tratar trastornos de ansiedad y convulsiones, en un contexto lúdico y competitivo resalta la falta de conciencia sobre los riesgos asociados. La presión social y el deseo de aceptación entre pares pueden llevar a los adolescentes a participar en actividades que ponen en peligro su salud y bienestar.
El Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) ha abierto una investigación sobre este caso y otros retos virales que han surgido recientemente. Uno de los más preocupantes es el conocido como «Chroming», que ha provocado la intoxicación de 179 estudiantes en dos liceos: el Carlos María González Bona, en Barinas, y el 27 de Junio, en Portuguesa.
Este reto implica inhalar gases tóxicos mientras se contiene la respiración, lo que puede resultar extremadamente peligroso. Las autoridades están investigando a un adolescente de 14 años y a un adulto de 18 años relacionados con el caso del Chroming.
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Retos mortales
Los retos virales se han popularizado en plataformas como TikTok e Instagram, donde muchos adolescentes participan sin comprender completamente las consecuencias. Algunos desafíos son inofensivos o incluso positivos, pero otros pueden ser mortales. Por ejemplo, retos como el «Blackout Challenge» o el «Tide Pod Challenge» han llevado a lesiones graves e incluso muertes.
Expertos advierten que estos desafíos son particularmente peligrosos debido a la naturaleza impulsiva de los adolescentes. El cerebro en desarrollo hace que sean más propensos a actuar sin considerar las consecuencias. La presión social también juega un papel fundamental; muchos jóvenes sienten la necesidad de participar para ser aceptados por sus pares.