La tricomoniasis, una enfermedad de transmisión sexual causada por el parásito Trichomonas vaginalis, continúa siendo una de las ETS más comunes en todo el mundo. Afectando a millones de personas anualmente, esta infección sigue siendo una preocupación significativa en la salud pública global. A pesar de ser curable, su alta prevalencia se atribuye a la transmisión asintomática y al estigma asociado con las ETS en general.
El principal agente causal de la tricomoniasis es el parásito protozoario Trichomonas vaginalis. Esta infección se transmite principalmente a través del contacto sexual con una persona infectada, afectando tanto a hombres como a mujeres. Aunque los síntomas son más frecuentes y severos en las mujeres, la tricomoniasis puede transmitirse mediante cualquier forma de actividad sexual que implique contacto con las áreas genitales, siendo el coito vaginal la vía más común. Aunque menos común, la infección también puede transmitirse por vía anal y oral, aunque estas formas de transmisión son menos frecuentes.
La tricomoniasis presenta una amplia variedad de síntomas. En las mujeres, los síntomas típicos incluyen un flujo vaginal inusual, espumoso, de color verde amarillento y con un olor desagradable. Además, pueden experimentar picazón genital, molestias durante las relaciones sexuales y dolor al orinar. Sin embargo, muchas mujeres infectadas no presentan síntomas visibles, lo que dificulta la detección temprana y el tratamiento oportuno. En mujeres embarazadas, la tricomoniasis implica un mayor riesgo de parto prematuro.
En los hombres, la tricomoniasis a menudo es asintomática. Cuando se presentan síntomas, estos pueden incluir irritación dentro del pene, sensación de ardor al orinar o después de la eyaculación, y en ocasiones, una leve secreción uretral.
El diagnóstico de la tricomoniasis generalmente requiere pruebas de laboratorio, ya que los síntomas pueden confundirse con los de otras ETS o infecciones urinarias. Las pruebas de diagnóstico incluyen el examen microscópico de muestras de fluidos, pruebas de cultivo y, más recientemente, pruebas de amplificación de ácidos nucleicos (NAAT) que ofrecen mayor sensibilidad y precisión.
El tratamiento de la tricomoniasis implica el uso de antibióticos específicos, como el metronidazol, el tinidazol o el secnidazol. Estos medicamentos son efectivos y pueden administrarse en dosis únicas o en un régimen de varios días. Sin embargo, es crucial que todas las parejas sexuales recientes de la persona infectada también sean tratadas para prevenir la reinfección, ya que el tratamiento no brinda inmunidad duradera.
La prevención efectiva de la tricomoniasis se basa en el uso consistente y correcto de preservativos durante todas las formas de actividad sexual. La educación sobre salud sexual y las pruebas regulares son fundamentales, especialmente para aquellas personas con múltiples parejas sexuales. Además, es importante aumentar la concienciación sobre la tricomoniasis y su tratamiento para reducir el estigma asociado con esta y otras ETS, fomentando así una mayor disposición a buscar tratamiento.