Venezuela ha registrado una importante disminución de los homicidios en los últimos años. Sin embargo, las bandas criminales que operan en el país han expandido sus actividades a otros países de América Latina y continúan extorsionando sin piedad a los habitantes de los barrios más pobres.
Según el Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV), una ONG independiente, la tasa de homicidios en Venezuela cayó de 91,8 a 26,8 por cada 100.000 habitantes entre 2016 y 2023. El gobierno cifra la tasa de homicidios de 2023 en 5,2 y asegura que los robos disminuyeron 33%.
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Expertos atribuyen esta reducción a varios factores, como la masiva migración de venezolanos durante la crisis económica, que también llevó a delincuentes a salir del país siguiendo a sus potenciales víctimas.
Además, el gobierno ha lanzado operaciones para tomar el control de barrios dominados por bandas, como La Vega y la Cota 905 en Caracas, donde se han denunciado ejecuciones extrajudiciales por parte de las fuerzas de seguridad.
Sin embargo, a pesar de estos avances, la extorsión, conocida como «vacuna», sigue siendo un problema grave en Venezuela. Las bandas criminales, algunas de las cuales se han convertido en verdaderas multinacionales con presencia en varios países de la región, como el Tren de Aragua, continúan extorsionando a comerciantes y residentes en los barrios más pobres.
Según el criminólogo Luis Izquiel, «muchas bandas que se dedicaban al secuestro exprés ahora se dedican a la extorsión». El director del OVV, Roberto Briceño León, coincide en que hay un «dominio del crimen organizado que está enfocado en los negocios para la extorsión».
A pesar de la reducción en los homicidios, la situación de seguridad en Venezuela sigue siendo frágil. Las bandas criminales han adaptado sus estrategias, centrándose más en la extorsión y expandiendo sus actividades a otros países de la región.