Los disturbios han sacudido al Reino Unido en los últimos días, desatando una ola de violencia antiinmigrante que ha dejado a un nuevo gobierno luchando por controlar la situación más grave en más de una década. La violencia, que comenzó como protestas contra la inmigración, ha escalado rápidamente, resultando en enfrentamientos con la policía, ataques a edificios y el incendio de hoteles que albergaban a solicitantes de asilo.
Disturbios en Reino Unido
Los disturbios estallaron por primera vez a finales de julio, tras la conmoción provocada por un ataque con arma blanca en Southport, donde tres menores perdieron la vida. Este trágico incidente fue rápidamente aprovechado por grupos de extrema derecha, que difundieron desinformación sobre el presunto agresor, afirmando falsamente que era inmigrante.
Im United Kingdom, far right hooligans are assaulting police officers and burning their cars while supposedly protesting against killing of two children & many other injured in a knife attack in southport, England.
The person who stabbed the children is a Rawandan African… pic.twitter.com/doXjPrbqbt
— Aamir Ali Khan (@Aamir_Aali) July 31, 2024
La policía ha confirmado que el sospechoso nació en Gran Bretaña. Sin embargo, la retórica antiinmigrante ha ido en aumento en el Reino Unido en los últimos años, alimentando el descontento y la violencia. Durante el fin de semana, las protestas se tornaron violentas en varias ciudades, incluyendo Rotherham y Tamworth, donde los manifestantes incendiaron hoteles que albergaban a solicitantes de asilo.
En Rotherham, el hotel estaba lleno de residentes y personal aterrorizados, y los manifestantes arrojaron objetos a la policía, causando heridas a varios agentes. En total, más de 370 personas fueron detenidas por su participación en los disturbios, y se espera que esa cifra aumente a medida que las autoridades continúan identificando a los implicados.
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El primer ministro Keir Starmer, quien asumió el cargo hace un mes tras la victoria de su Partido Laborista en las elecciones generales, presidió su primera reunión de emergencia COBRA para abordar la crisis. Starmer calificó los disturbios como «matonismo organizado y violento» y enfatizó que no tienen cabida en las calles británicas. La respuesta del gobierno ha sido rápida, con el compromiso de abrir los tribunales las 24 horas para procesar a los detenidos y la implementación de medidas de seguridad adicionales para proteger a las comunidades musulmanas y otras minorías.
Sin embargo, la situación ha puesto a Starmer en una posición complicada, ya que debe equilibrar la necesidad de mantener el orden público con la presión de los legisladores y la opinión pública para abordar las causas subyacentes de la violencia. La exministra del Interior, Priti Patel, y otros miembros del Partido Conservador han criticado la actuación de la policía en el pasado, sugiriendo que la falta de acción contundente ha contribuido a la escalada de la violencia.

Las redes sociales han jugado un papel crucial en la organización de las protestas y la propagación de desinformación. Activistas de extrema derecha han utilizado plataformas como X (anteriormente Twitter) para coordinar sus acciones y difundir mensajes incendiarios. La presencia de figuras como Tommy Robinson ha reavivado el debate sobre la responsabilidad de las plataformas en la difusión de contenido extremista.
Joe Mulhall, director de investigación de la organización Hope Not Hate, ha advertido que el regreso de estos individuos a las redes sociales ha permitido que su propaganda peligrosa llegue a millones de personas.La retórica de la ultraderecha ha encontrado eco en ciertos sectores de la política británica, con líderes como Nigel Farage expresando preocupaciones sobre la inmigración masiva y la «fractura de nuestras comunidades». Sin embargo, Starmer y otros líderes han sido claros en su condena de la violencia y el vandalismo, enfatizando que no se puede justificar bajo ninguna circunstancia.
Los disturbios en el Reino Unido representan una crisis significativa para el nuevo gobierno de Starmer, que enfrenta el desafío de restaurar la calma en un clima de creciente polarización. La respuesta del gobierno en los próximos días será crucial para determinar si se puede contener la violencia y abordar las preocupaciones de la población sobre la inmigración y la seguridad.
Mientras tanto, la situación sigue siendo tensa, y se teme que más brotes de violencia puedan ocurrir en las próximas semanas. La capacidad del gobierno para manejar esta crisis no solo afectará su legitimidad, sino que también tendrá repercusiones en la política británica a largo plazo, especialmente en un contexto donde las divisiones sociales y políticas están más marcadas que nunca.