Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, regresó este sábado a su país tras participar en la cumbre de los BRICS en Kazán, Rusia.
Durante un acto de bienvenida transmitido por el canal estatal VTV, Maduro se dirigió a sus seguidores con un mensaje contundente: “Nadie vetará ni callará a Venezuela”.
Esta declaración surge en respuesta al veto de Brasil, que impidió la inclusión de la nación suramericana en la lista de países asociados al grupo de economías emergentes.
Maduro, sin mencionar directamente a Brasil ni a su presidente Luiz Inácio Lula da Silva, enfatizó que “no existe fuerza en esta tierra que calle la voz de rebeldía y de justicia de Venezuela”.
Afirmó que el intento de silenciar al país sería en vano, asegurando que “el que lo intente se secará”, en una clara referencia a las tensiones diplomáticas entre ambos países.
Una participación «estelar» en los BRICS
El mandatario venezolano destacó la importancia de su participación en la cumbre de los BRICS, donde afirmó que la presencia de Venezuela fue “estelar, ejemplar, hermosa”.
Según Maduro, su país se encuentra “del lado correcto de la historia” y a la vanguardia de un nuevo orden mundial que se caracteriza por ser “multipolar, multicéntrico y pluripolar”.
Estas declaraciones llegan en un contexto global donde las alianzas económicas y políticas están en constante transformación.
Sin embargo, el ambiente no fue del todo positivo para el gobierno venezolano. Fuentes gubernamentales brasileñas revelaron que Maduro intentó presionar “a última hora” para que se reconsiderara su inclusión en la lista de países asociados al grupo.
Brasil, no obstante, se manifestó en contra de esta solicitud, argumentando que “en estos momentos” las relaciones entre ambos países no son amistosas.
Tensión diplomática entre Caracas y Brasilia
El veto de Brasil ha sido calificado por el gobierno venezolano como un “gesto hostil” y una “agresión” a los intereses nacionales.
La Cancillería venezolana emitió un comunicado en el que denuncia que este acto es parte de una estrategia más amplia de “odio, exclusión e intolerancia” promovida desde los centros de poder occidentales.
Este conflicto diplomático refleja el deterioro de las relaciones entre Caracas y Brasilia, especialmente tras las elecciones presidenciales venezolanas, donde Maduro fue declarado vencedor por el Consejo Nacional Electoral (CNE).
Esta victoria ha sido cuestionada por la oposición y no ha sido reconocida por el gobierno brasileño.
Brasil ha exigido reiteradamente que las autoridades venezolanas divulguen las actas electorales para comprobar el triunfo de Maduro sobre el opositor Edmundo González Urrutia.
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La negativa del gobierno brasileño a reconocer la victoria del líder chavista ha intensificado las tensiones entre ambos países.
La situación actual plantea interrogantes sobre el futuro de las relaciones entre Venezuela y Brasil, así como sobre la posición de Venezuela en el contexto internacional.
Con la creciente polarización política y económica, Maduro parece decidido a mantener una postura desafiante frente a lo que considera intentos de aislamiento por parte de naciones vecinas y potencias occidentales.