El Ejército israelí ha realizado ataques aéreos contra objetivos del movimiento Hezbolá en el sur de Líbano, tras recibir la orden del primer ministro, Benjamín Netanyahu, de atacar «decenas de blancos terroristas» en respuesta al lanzamiento de tres cohetes desde territorio libanés. Los cohetes fueron interceptados por las defensas israelíes, pero el incidente ha marcado el primer lanzamiento desde el alto el fuego establecido en noviembre de 2024.
Los cohetes fueron lanzados temprano en la mañana y activaron las alarmas antiaéreas en la localidad israelí de Metula, situada a apenas 150 metros de la frontera con Líbano. Aunque no se reportaron víctimas en Israel, los ataques aéreos israelíes han afectado varias ciudades del sur de Líbano, incluyendo Kfar Kila y Tulin.
El Ejército libanés informó que encontró y desmanteló tres lanzacohetes «primitivos» en las áreas de Kfar Tibnit y Arnoun, tras conocerse los ataques. Sin embargo, hasta el momento, ningún grupo, incluyendo Hezbolá, ha reivindicado el lanzamiento de los cohetes.
La Fuerza de las Naciones Unidas en Líbano (FINUL) ha expresado su preocupación por el incidente y ha exhortado a todas las partes a evitar una mayor escalada, destacando que «cualquier nueva escalada podría tener consecuencias graves para la región». La situación sigue siendo extremadamente frágil, y se ha pedido a ambos lados que cumplan con sus compromisos para mantener la estabilidad.
El alto el fuego entre Israel y Hezbolá, establecido en noviembre de 2024, ha sido puesta a prueba por este incidente, que marca un punto crítico en las tensiones entre ambos países. La comunidad internacional sigue de cerca los acontecimientos, temiendo una posible escalada que podría afectar la estabilidad regional.
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El conflicto entre Israel y Hezbolá ha sido uno de los más prolongados y complejos en la región, con múltiples episodios de violencia en los últimos años. La continuación de los ataques aéreos israelíes y la falta de responsabilidad por parte de Hezbolá o cualquier otro grupo han aumentado las tensiones en la frontera.
La situación requiere un esfuerzo concertado para evitar una mayor escalada y preservar el alto el fuego. La comunidad internacional, incluyendo a Estados Unidos y Francia, que mediaron en el acuerdo de noviembre, debe trabajar para asegurar que ambos lados cumplan con sus compromisos y eviten acciones que puedan desestabilizar la región.