El regreso de la Fórmula 1 al Gran Premio de Estados Unidos está marcado por una intensa polémica que involucra a Red Bull Racing. La escudería austriaca ha sido acusada de realizar ajustes ilegales en la altura de sus monoplazas, lo que ha llevado a la FIA a intervenir y exigir cambios inmediatos antes de la carrera.
Las alarmas se encendieron cuando varios equipos rivales informaron sobre un posible dispositivo que permitía modificar la altura del suelo del coche entre la clasificación y la carrera, una práctica prohibida bajo las normativas del parque cerrado. La FIA, aunque no reveló detalles específicos, advirtió sobre infracciones graves que podrían comprometer la integridad del campeonato. En un comunicado, enfatizó que cualquier ajuste en la altura del monoplaza durante el parc fermé está estrictamente prohibido.
Lando Norris, competidor directo de Max Verstappen por el título, no dudó en señalar a Red Bull, afirmando que su infracción es más evidente que otras controversias recientes. Oscar Piastri, compañero de Norris en McLaren, también expresó su preocupación, sugiriendo que si Red Bull efectivamente utilizó este sistema, habría cruzado una línea clara en cuanto a las regulaciones técnicas.
Red Bull, por su parte, admitió la existencia del dispositivo en cuestión pero insistió en que se vuelve inaccesible una vez que el coche está listo para competir. Sin embargo, esta admisión no ha calmado las aguas; los rivales continúan presionando para que se tomen medidas más severas.
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A medida que se acerca el inicio del Gran Premio, la tensión entre los equipos y la FIA se intensifica. Checo Pérez, piloto de Red Bull, declaró que corresponde a la FIA decidir sobre la legalidad de las prácticas del equipo. Las modificaciones requeridas por la FIA han generado incertidumbre sobre el rendimiento de Red Bull en esta crucial carrera.