Durante una reciente conferencia de prensa en su residencia de Mar-a-Lago, Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, anunció su intención de llevar de vuelta a todos los migrantes venezolanos que se encuentren en el país.
«Si no lo hacen, serán enfrentados muy duramente económicamente», afirmó, refiriéndose a posibles sanciones para quienes no colaboren en las deportaciones.
Trump también criticó la compra de petróleo a Venezuela, calificándola como «una locura», y subrayó que Estados Unidos tiene suficientes recursos energéticos propios. «No tenemos por qué comprar energía a Venezuela cuando tenemos 50 veces más que ellos», enfatizó.
Además, el magnate reiteró su compromiso con la construcción del muro fronterizo con México, aunque advirtió que los costos han aumentado significativamente desde su primer mandato.
«Es un proceso muy caro», comentó, sugiriendo que se utilizará hormigón en lugar del acero empleado anteriormente.
Con estas declaraciones, Trump establece un marco claro para su política migratoria y energética, anticipando un enfoque más agresivo hacia la inmigración indocumentada y las relaciones comerciales con Venezuela.
La comunidad venezolana en Estados Unidos observa con preocupación estas promesas, temiendo un endurecimiento de las políticas migratorias que podrían afectar a miles.