El primer ministro británico, Keir Starmer, hizo un llamado a las autoridades para que mantengan un estado de «alerta máxima» ante la posibilidad de nuevos disturbios racistas y de extrema derecha en el país. Esta declaración se produjo el 9 de agosto de 2024, el mismo día en que un tribunal en Leeds dictó una condena de cárcel por incitación al odio en internet.
La situación en el Reino Unido ha sido tensa desde el 30 de julio, cuando la muerte de tres niñas en un apuñalamiento en Southport desencadenó una ola de violencia que se extendió por varias ciudades.
My number one priority is to make sure our communities are safe.
Thanks to our police forces, those who participate in violence online and offline will face the full force of the law. pic.twitter.com/hIaZ8pAzrY
— Keir Starmer (@Keir_Starmer) August 9, 2024
La crisis de Starmer
Desde que asumió el cargo el 5 de julio, Starmer se enfrenta a su primera crisis significativa. En su discurso, pidió a la policía que se mantenga en «estado de alerta máxima» para garantizar la seguridad de la población. Aunque ha habido un regreso parcial a la calma tras diez días de disturbios racistas e islamófobos, el gobierno teme que la reanudación del campeonato de fútbol este fin de semana pueda provocar nuevas tensiones, dado que algunos grupos de extrema derecha están vinculados a hinchas violentos.
El mismo día que Starmer hizo su declaración, un tribunal condenó a Jordan Parlour, de 28 años, a 20 meses de prisión, de los cuales la mitad deberá cumplir en firme. Parlour confesó haber escrito mensajes en Facebook con el objetivo de incitar al odio racial, incluyendo publicaciones que instaban a atacar un hotel donde estaban alojados solicitantes de asilo y refugiados.
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A pesar de que no se registraron nuevos brotes de violencia desde el martes y el miércoles, salvo algunos incidentes puntuales en Irlanda del Norte, la situación sigue siendo delicada. Miles de personas han salido a las calles en varias ciudades para protestar pacíficamente contra el racismo y la islamofobia. Hasta ahora, casi 600 personas han sido detenidas y alrededor de 150 han sido imputadas por su participación en los disturbios.
El ataque que provocó las protestas fue llevado a cabo por un joven de 17 años, nacido en Gales, cuyos padres son ruandeses. La desinformación en las redes sociales sobre el origen del atacante ha alimentado el discurso antiinmigración, lo que ha llevado a grupos radicales a atacar mezquitas y comunidades musulmanas en diversas ciudades, incluyendo Liverpool, Bristol y Manchester.
Starmer ha prometido que el gobierno tomará medidas firmes contra quienes participen en actos de violencia. «Les garantizo que se arrepentirán de haber participado en este desorden», afirmó, subrayando que «esto no es una protesta, es matonismo organizado y violento». El primer ministro ha enfatizado que las autoridades «harán todo lo necesario para llevar a estos matones ante la justicia».