A medida que se acerca la toma de posesión del presidente electo Donald Trump el 20 de enero de 2025, la administración del actual presidente Joe Biden ha tomado una decisión significativa en el ámbito energético: la renovación de las licencias para operar en Venezuela a cuatro importantes petroleras estadounidenses.
Las empresas beneficiadas con la renovación de licencias son Halliburton, Schlumberger Limited (SLB), Baker Hughes Holdings y Weatherford International. Estas compañías se suman a Chevron, que ya opera en Venezuela bajo ciertas restricciones desde hace aproximadamente un año.
La confirmación de la renovación fue emitida por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, lo que subraya la importancia del sector energético en las relaciones entre ambos países.
Las licencias otorgadas incluyen la Licencia General y la Licencia 5Q. La primera permitirá realizar transacciones, contratos o acuerdos entre las compañías mencionadas y Petróleos de Venezuela (PDVSA), así como con el Bono Petróleos de Venezuela 2020.
Esta licencia será válida hasta el 9 de mayo de 2025, mientras que la Licencia 5Q podrá ser ejecutada a partir del 7 de marzo de 2025. Estas autorizaciones son cruciales para mantener operaciones esenciales en el país, así como para facilitar el cierre ordenado de actividades y garantizar la seguridad y preservación de activos.
La decisión de renovar estas licencias ha sido recibida con interés y cierta sorpresa en el sector petrolero. Muchos analistas habían anticipado que la administración Biden podría tomar medidas finales significativas antes del final de su mandato, dada la incertidumbre sobre las políticas que podría implementar Trump.
Según expertos consultados en Caracas por The Conversation, esta acción no es inesperada; más bien, se alinea con las expectativas sobre cómo el gobierno saliente manejaría sus relaciones económicas con Venezuela.
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La industria petrolera venezolana ha estado bajo presión durante años debido a las sanciones impuestas por Estados Unidos y otros factores económicos internos. La posibilidad de que estas licencias faciliten un respiro temporal para las empresas estadounidenses operando en Venezuela es vista como una oportunidad para estabilizar operaciones y asegurar inversiones en un entorno volátil.
La proximidad del cambio presidencial ha llevado a muchos a especular sobre las motivaciones detrás de esta decisión. Stefan Wolff, profesor de seguridad internacional en la Universidad de Birmingham, señala que tanto amigos como enemigos utilizarán los meses restantes antes del regreso de Trump a la Casa Blanca para mejorar sus posiciones.
Esto implica que las empresas pueden estar buscando maximizar sus beneficios y asegurar acuerdos que podrían volverse más difíciles bajo una administración diferente.