Los conflictos en Oriente Medio y la invasión rusa en Ucrania son los temas centrales del G7. En los últimos días, varios ministros de Exteriores han intentado influir en el Gobierno de Israel para impedir que lance un ataque militar sobre Irán, en respuesta al reciente bombardeo masivo del país persa.
Antonio Tajani, presidente del G7 y ministro de Exteriores italiano, ha mantenido largas conversaciones con su homólogo israelí, Israel Katz. El secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, resumió el mensaje de la cumbre: junto con sus aliados, Israel logró rechazar la agresión iraní, logrando una “victoria defensiva” y evitando una escalada del conflicto.
Las siete democracias más ricas acordaron seguir aislando a Irán con más sanciones y buscan declarar como organización terrorista a la Guardia Revolucionaria Islámica, una especie de unidad militar de élite de Irán. En Capri, la ministra alemana de Exteriores, Annalena Baerbock, apoyó una iniciativa para que la Guardia Revolucionaria Islámica figure en la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea.
El alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, recordó que “ambos bandos deben tener claro que se encuentran al borde de una guerra en toda la región”. Borrell también pidió a sus colegas que no pierdan de vista la situación en Gaza: “La catástrofe humanitaria continúa. Las ayudas solo han aumentado de manera limitada”.
En cuanto a Ucrania, el ministro de Exteriores ucraniano, Dmitro Kuleba, pidió a sus aliados occidentales que enviaran más armas de defensa aérea a su país. Alemania prometió a Ucrania un sistema Patriot y el Congreso estadounidense podría desembolsar ayudas militares y financieras por 60 mil millones de dólares. Ettore Greco, del Instituto Italiano de Política Exterior, cree que serán necesarias más ayudas de Europa y Japón, uno de los miembros del G7.