La reacción de Estados Unidos al desenlace electoral en Venezuela, programado para este domingo, se anticipa como uno de los momentos más críticos en la política internacional.
La Casa Blanca, bajo la dirección del jefe de la diplomacia para América Latina, Brian Nichols, ha manifestado su intención de actuar con cautela, esperando los resultados antes de emitir un juicio.

“Queremos examinar toda la información” antes de tomar decisiones, afirmó Nichols, subrayando que el Consejo Nacional Electoral tiene hasta el 2 de agosto para detallar los resultados.
La comunidad internacional, incluyendo a funcionarios estadounidenses, ha enfatizado la importancia de que las elecciones sean libres y justas, sin represión ni intimidación.
En este contexto, se han delineado tres posibles escenarios: la victoria de Maduro sin fraude, su proclamación como ganador a pesar de irregularidades, o el triunfo de la oposición liderada por Edmundo González Urrutia.
Este último ha sido considerado el favorito en las encuestas, a pesar de la inhabilitación de la líder opositora María Corina Machado.

La Casa Blanca está particularmente alerta ante la posibilidad de que Maduro declare una victoria sin resultados verificables, lo que podría complicar aún más la situación política.
En caso de que el chavismo pierda y acepte la derrota, se vislumbran negociaciones sobre una transición de poder, que incluirían amnistías y garantías para los funcionarios salientes.
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La crisis humanitaria en Venezuela, que ha llevado a más de 7,7 millones de ciudadanos a buscar refugio en el extranjero, añade una capa de urgencia a la situación.

Con un enfoque más aperturista, el gobierno de Joe Biden ha intentado restablecer el diálogo con Caracas, levantando algunas sanciones, aunque ha sido cauteloso ante posibles abusos durante el proceso electoral.
Independientemente del resultado, analistas sugieren que Estados Unidos debe considerar los beneficios a largo plazo de una mayor presencia en Venezuela, especialmente si la oposición logra establecer un gobierno más amigable.
La tensión en torno a estas elecciones refleja no solo la lucha interna del país, sino también las complejas dinámicas geopolíticas que involucran a potencias como China y Rusia, aliadas de Maduro.

La comunidad internacional tiene una opinión crítica sobre las próximas elecciones presidenciales en Venezuela, programadas para el 28 de julio.
Muchos gobiernos consideran que el gobierno de Nicolás Maduro no ha creado las condiciones necesarias para una elección legítima, citando restricciones a la participación de la oposición y la falta de observación internacional independiente.

Varios países han expresado su apoyo al proceso electoral en Venezuela, aunque con reservas sobre su legitimidad:
- Argentina: El expresidente Alberto Fernández intentó viajar a Venezuela para observar las elecciones y ha llamado a un proceso transparente, sin embargo, su entrada al país fue negada.
- Costa Rica, Guatemala, Paraguay y Uruguay: Estos gobiernos han emitido una declaración conjunta exigiendo el cese del hostigamiento a la oposición y el respeto a los derechos humanos durante el proceso electoral.
- China: Ha enviado una delegación oficial para «acompañar» el proceso electoral, mostrando su respaldo al gobierno de Maduro.
- Brasil: El presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha instado a Maduro a aceptar los resultados electorales, sea cual sea el desenlace.
- Chile: El presidente Gabriel Boric ha manifestado su rechazo a las amenazas de Maduro, enfatizando que las elecciones deben ser un reflejo de la voluntad popular y no de la violencia.
Estos apoyos se dan en un contexto de preocupación internacional por la posibilidad de irregularidades y la represión política en el país.