Al menos 7 personas, entre ellas varios niños, murieron y al menos 31 resultaron heridas tras el ataque ruso con misiles contra la ciudad de Vilniansk, en la región ucraniana de Zaporiyia (sur), este sábado.
El ataque dañó infraestructuras críticas, una tienda minorista y edificios residenciales, e incendió pabellones comerciales, viviendas y vehículos.
Según las autoridades ucranianas, entre los muertos había tres niños y entre los heridos ocho niños. El gobernador regional, Ivan Fedorov, declaró que «es un día de luto en la región de Zaporizhzhia por los muertos en el ataque enemigo contra Vilniansk» y que hay «un dolor indescriptible».
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El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, dio el pésame a las víctimas y pidió más armas de largo alcance, afirmando que Ucrania necesita «atacar con capacidad real de largo alcance y aumentar el número de sistemas avanzados de defensa antiaérea».
Zelensky agradeció a los socios que están ayudando, pero pidió que las decisiones necesarias se aceleren, ya que «cualquier retraso en las decisiones en esta guerra significa perder vidas humanas».
La evolución reciente del campo de batalla ha visto a Rusia realizar lentos pero constantes avances tácticos, aprovechando los puntos débiles de Ucrania, como la escasez de efectivos y los retrasos en los suministros occidentales.
Esto ha vuelto a poner de relieve la dependencia de Ucrania de la munición y las armas de Estados Unidos y otros aliados, lo que genera preocupación sobre cuánto tiempo continuará la ayuda en caso de que el expresidente Donald Trump sea reelegido.